lunes, 10 de octubre de 2011

Al parecer una matriz no tan convencional.
Sus facultades naturales desde el oscurantismo negadas…
y sólo por gestar un espíritu inquieto,
sísmicamente inestable,
que encadenado en aprietos de inconsciencia ¡estalló!
Cómo no sentirse así por cargar el peso que porta un elegido.
Licuado entre los hombres la tarea resultó infructuosa.
De necio e ingenuo fue tratar de corregir a las bestias de la razón.
Regaló su pasión en la cruz y a poco de ello nadie lo volvió a ver jamás.
¡Qué no se espere su regreso!
Al menos a semejanza de lo humano.
Sólo un masoquista vuelve a sufrir por egoísmos ajenos.
Q.E.P.D.


Texto: Libro El eterno grito de la exitencia - Sentencias Viscerales, Sergio Abaldi

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