lunes, 10 de octubre de 2011

Sobre la trilogía que componen los libros:
"El eterno grito de la existencia"
Sentencias Viscerales I - II y III


Prólogo del libro "El eterno grito de la existencia" - Sentencias Viscerales III de Sergio Abaldi - Centro Cultural Borges 2011 - ISBN: 978-987-23374-1-4


La ambiciosa tarea de encarnar un ensayo sobre los vaivenes de la existencia me conduce a martillar directamente sobre el hombre y la actitud que adopta ante un origen sin respuesta.
Debido a la inconmensurabilidad que esta temática encierra, entiendo de antemano que no podrá ser esta obra, de otra manera que inconclusa.
A ella, por ese extraño designio que no habita en el conocimiento y que por eso queda exento de toda posibilidad de análisis, he decidido consagrar el resto de mi vida a sostener el compromiso de incrementar su argumento, inyectando cada nuevo escrito con la mayor intemperancia que aborde a mi ser.
Pongo así de manifiesto mi imperiosa necesidad de escribir por encima de cualquier otro hecho terrenal que pueda franquearme. Incluso secundario es el acontecer que mi literatura fuese publicada, pero suponiendo que esto último siga suscitándose, ya sea por esmero de organismos que presten su interés a funciones de mecenas o sobre todo debido a mis propios esfuerzos, quiero hacer saber que en mi mente siempre rondó la idea de llevar a cabo la modalidad de obra ampliada hasta sentir agotado ese esquema. Por ello, este libro incluye el contenido de los dos precedentemente editados, más el material inédito que fue anexado ocupando un sitio no al azar, sino que cada texto o imagen ha sido intercalado dentro de la estructura más abajo descripta. Además, con intención de “perpetuar” visualmente las portadas, mantuve para la actual, como lo haré para las futuras publicaciones que eventualmente fueren produciéndose, misma tapa-contratapa e igual título y subtítulo, aunque sí, en él irá variando su numeración acorde con el libro o formato que se gestare, por ejemplo: “El eterno grito de la existencia” - Sentencias Viscerales I, II, III… y así sucesivamente hasta que por completo de ímpetu carezca para empuñar “pluma” alguna.
Por otra parte, salvo destacadas excepciones, al experimentar la reticencia de los entes privados o estatales en lo que refiere a obtener apoyo económico para con mi propósito, y a la par, verme desprovisto de todo aparato publicitario (cosa que para esta clase de literatura quizá merezca ser tomado como una bendición) he determinado, como hasta ahora vengo haciéndolo, manejar publicación, distribución y exposición del libro en forma independiente, poniendo en acción una “maquinaria” con cualidades de neto corte romántico para la época, puesto que la meta es fomentar una rueda editora que se autoabastezca con la venta de los volúmenes, hecho que me halaga, dado que, hasta ahora, se ve cristalizado por la aceptación de los lectores… en definitiva, de ellos depende. No obstante, es fundamental recalcar lo mucho que le obedece al autor, el tesón a volcar en cada uno de los detalles que un circuito de producción editorial independentista sugiere, si desea alcanzar el punto más importante de este mecanismo: la circulación de la obra concebida; tramo con creces dificultoso de incitar para forjar un venturoso boca a boca (la mejor divulgación). Máxime cuando actualmente el rebalse de material ofertado, por sello o por autor, hace que para aquellos literatos iniciados o de bajo perfil rentable, se deje descuidado en extremo el ejercicio distributivo y de exposición de sus letras. Algo que entorpece el tráfico de lo generado, sembrando una situación sumamente lesiva para estos escritores noveles o paralelos al aparato comercial. De ahí surge la importancia de no cejar en propagar el trabajo para que alcance ojos contemporáneos ajenos. Yendo más a fondo aún, en mi caso el proyecto adolece de pretensión de rédito monetarista alguno más que el destinado a la nombrada autogestión editorial, y llegar a que un tercer libro vea la luz, por motivo, en gran medida, de que los anteriores se agotaron, me convoca a la más impensada de las satisfacciones. Por consiguiente, expreso que un escritor escribe porque tiene algo que decir, y si esto trasciende en vida del autor, la erupción ha comenzado, pues la obra se ha fundido al tiempo de su muerte por adelantado. Luego, en el futuro lejano, el tiempo será también el único árbitro capaz de endilgar sepulcro o ramificación a “eso” que él ha elaborado y lanzado para que navegue la incertidumbre. Esto no debe sonar determinante; sobrados ejemplos de trascendencia hay de quienes nunca editaron; sólo pretendo contar, desde mi experiencia, desde un hacer, las vicisitudes de un emprendimiento que no quiere sentarse a la espera de un milagro y de ningún editor.
Retomando, y con el mismo estilo que afirmo las dificultades para obtener fondos subsidiarios, reconozco sí, al menos para con mi labor, la “lluvia” de auspicios institucionales que avalan esta obra, distinciones que trataré de seguir gestionando, en tanto la misma continúe siendo elegida objeto de estudio o disertación, para que por un lado esto me permita acordar más flexiblemente con sellos editores, pero sólo a nivel promocional, y por otro, con caracterizados lugares, puntuales librerías, museos o centros culturales, pretendiendo que los mismos oficien cual bocas exhibidoras de los ejemplares promulgados.

Dicho esto, he de referirme al género literario sintiéndolo como una poesía embebida por la filosofía y viceversa, revelándose en él un “cóctel” de reflexiones, poemas y relatos, ordenados por temáticas implícitas y recurrentes, en los cuales, como el subtítulo indica, reina la sentencia o aforismo, esto es, la voluntad del decir. Son estos tópicos los que me arrastran a concentrar la obra agrupando el concepto bajo tres denominaciones y dos anexos, donde las tres principales secciones y el primer adjunto se encuentran sometidos al compuesto literario arriba citado, mientras que el último, abarca un conjunto de series fotográficas que bien pueden instar tácitamente al agudo observador a relacionarlas o hacerlas interactuar con la parte escrita, ya que es en ella donde subyacen las señales para construir nexos y permitir diversas asociaciones; cosa que adrede preestablecí, simplemente para dar unidad al trabajo y hacer notar lo endeble de las interpretaciones, incluidas las mías, cuando recurrí al armado del complemento visual, basándome en mis propios escritos, quedando mi subjetividad inexorablemente inducida por el decir del lenguaje y su mundo de representación.
Paso a describir la diagramación general de la obra:
I Aforismos: Reflexiones, sentencias y poemas propiamente dichos, esgrimidos desde mi mirada activa, sita en un rincón.
II Uno de mis días: Estas reflexiones, sentencias y poemas son tratados en primera persona, por lo cual los estimo mucho más viscerales que los anteriores al derramar en ellos pensamientos devenidos de experiencias vívidas que cargo en mis espaldas.
III Aforismos, refugiados en breves relatos sobre doncellas, caballeros y otros personajes… incluyéndome a mi: Lugar éste, en el que las sentencias viven inmiscuidas en el relato esperando ser descubiertas. Considero entonces que lo más próspero de este capítulo está en el decir, no en la historia, por lo tanto, sin ir en detrimento pero valiéndome de ella, es que denomino auto-citas a los aforismos aquí situados, por haberles procurado espacio para que también por sí mismos hablen en otros sectores de la pieza sin necesidad de nadar en relato alguno y potenciar la idea de circularidad en la obra.
Anexo I: Me animó a incluir las editoriales que he escrito para la revista de la Asociación Mutual de Veteranos del Club Atlético Huracán de la Ciudad de Buenos Aires, el simple hecho de que todas ellas están dotadas de un tinte nítidamente sociológico, acompañadas del hilo conductor del libro, la sentencia.
Anexo II: Como anteriormente había indicado, este agregado involucra imágenes fotográficas. Aquí debo confesar que al valorar el recurso de toma directa, de retoque digital u otra técnica distorsiva ausente como la expresión artística más cercana a lo existencial, he resuelto titularlo “Representación del instante”, y para fortalecer multiplicidad, enredar a la modelo dentro del conjunto gráfico, para hacer nacer lo que di en llamar “Dramaturgia estática de la obra”, razón por la que ni sus poses, ni sus gestos, tampoco los elementos u objetos en las otras fotografías, fueron instaurados de improviso, sino que simbolizan la concepción general del compendio literario… a la postre, dispuse secuencialmente las fotos. A la vez y a pesar de ser parte de un todo, nada priva que éstas puedan ser contempladas escindidas del bloque lingüístico, adquiriendo autonomía e instituyendo una constitución exclusivamente plástica. Por eso las mismas, por causa de diferentes combinaciones entre lo mencionado (modelo - objeto - elemento) trazan líneas, comulgan formas similares, presentan perspectivas, simetrías y edifican un encadenamiento de imágenes que intentan amalgamarse para establecer un “diálogo” en los fotogramas de cada serie. En varias de ellas, predominan composiciones que se demuelen en un aparente fuera de contexto, capaces de desplazar la interpretación aliada a lo primero - práctico - conocido y desorganizar las educadas sensibilidades del espectador. Acto seguido provoca esto, que presurosa advenga en él, la necesidad de asociar la imagen fotográfica, con alguna realidad a la que el entendimiento adhiera para que la inquietud halle justificación primero y reposo después. Al final de este segmento, un índice fotográfico que devela lo “verdaderamente” retratado, acentúa más aún ese letargo.
Producida la aludida desorganización de las educadas sensibilidades en el observador, por más que este no repare en ello, es ese el instante donde la obra, como obra en “sí misma” ha cumplido su objetivo, lo que sigue “festeja” socialmente, a través de esas combinaciones y representaciones señaladas, para nada más generar significantes.


Así expuesto, toda significación vertida sobre la imagen es meramente eso, y sólo como significación tiene valor, porque lo más importante, como en todo, radica con antelación a una interpretación. Algo que en el no-lugar de los lugares permanece para poner en vilo a la existencia, algo intangible de lo que el hombre ha sabido desligarse e incesantemente en su devenir diluye… y al no enfrentar esa intrínseca convulsión evita con ello regalar las inquietudes al asombro, arrojar a la eternidad el instante en que nace una misteriosa emoción o aprehender el saber de cómo deshacerse para recomponerse, pero con hidalguía, ante su propia miseria.

¡Ni siquiera alcanza con reparar conceptualmente sobre esto último! pues en el lecho de la comodidad cualquier rebelión es de pronto sofocar, y es esa perezosa cultura la que logra que se atesore lo primero otro, como único fundamental.
S. A.

Pese a ser “uno más entre tanto nadie” y querer expresar los pormenores sobre el modo de encarar el trabajo, primordialmente he sentido exponer aquí mi concepción de circularidad, a través de la pluralidad, con el fin de precisar unidad de contenido merced a esta trilogía… una especie de “suite foto-gramatical”.
Quienes estimen el presente desarrollo como condicionante, pueden formar fila y de a uno marchar a regodearse en la exaltación de la influencia, pues por encima de mis conceptos, cada cual deberá saber hacer de y con la obra lo que le plazca, así debe ser…
¡No más!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Compré el libro en el Centro Cultural Borges, quería perdirle que por favor no deje de escribir. También me parece importante resaltar la interacción textos/imágenes pues es como la frutilla del postre. Maravilloso!
Raul de bs. as.