miércoles, 3 de junio de 2015

Año 2015 Muerto el Príncipe, viva el Rey...

Año 2015
Muerto el Príncipe, viva el Rey...  (Sólo una muestra más del hombre y sus miserables actitudes)

Los hechos de público dominio recientemente ocurridos en la altas esferas de la dirigencia del fútbol mundial vuelven a dejar al descubierto los espurios intereses de poderosos capitales que otra vez, con una bofetada de impunidad, sitúan a los neutros espectadores de esta farsa a miles de kilómetros de la realidad.

Por eso, merced a lo ut supra mencionado, es que sentí hacerlos partícipes de las siguiente editorial. La misma la realicé hace ya casi diez años para la revista de la Mutual de ex futbolistas de un club de primera división del fútbol Argentino mientras hube sido director de ese medio gráfico.
Además ya que todos las editoriales que escribí para esa publicación poseen un tinte sociológico, decidí incluirlas en uno de mis libros y merced a un encuentro casual con el periodista Norberto “Ruso” Verea, fue que al obsequiarle un ejemplar, él trasmutó la nota que aquí les comento, en un hecho radial a través del sitio web de un diario de Bs. As.
Estimo pertinente reflotarla en en este momento. Atte. S.A.

Año 2008
En el mes de abril del corriente año coincidí, en un bar de la ciudad de Bs. As., con Norberto Verea. Sabida es la actividad de este periodista quien roza diversas temáticas, sobretodo la música y el periodismo deportivo… Siempre ha vertido gran ecuanimidad en sus conceptos y demostrado un comportamiento independiente, completamente alejado de las influencias o inducciones de los establishments corporativos. Lo concreto fue que de aquél encuentro surgió una conversación informal en la que le ofrecí mi libro pues pensé que algunos de mis escritos podrían interesarle para sus editoriales. De hecho así ocurrió e incorporó a su blog el texto “Producto y contenido” He aquí el audio...





PRODUCTO Y CONTENIDO
Asistimos a la era en la cual un bombardeo ininterrumpido de flashes arrastra a las personas de sus narices capturando su atención. Una época donde la educación a través de la imagen convirtió el pensamiento reflexivo en un precoz eyaculador de opiniones. Donde un producto es instalado mostrándose más importante que su contenido. Añadido a esto, desde las estructuras mediáticas, la escena es medida con la mágica varita de una chatura que encumbra este proceso perpetuándolo como fundamental. Obviamente el fútbol es también un engranaje de esta maquinaria de acción sistemática, presentándose como un depor-tecno-show que se alimenta de fanatismos herméticos y educadas pasiones, para sostenerse como producto, olvidándose por completo de la belleza que puede brindar su contenido. ¡Quién puede negar que lo ofrecido en la mayoría de los campos de juego del mundo es un bostezo!, ¡que lo que emociona (por no decir desahoga) es un resultado positivo, o peor aún, ¡conveniente! Pero salgamos del ejemplo para involucrarnos nuevamente en la pluralidad del concepto; quiero decir: quizá sea hora de experimentar en cada acto que tengamos que emprender, un retorno a la belleza, despojarnos de tanto envilecimiento mental, de ser más infantiles para atrevernos a crear y perderle el miedo al fracaso que todo este repentinismo asegura si no tocamos su melodía. Sé que esto hoy suena absolutamente impensable, pero las grandes gestas, hasta en el más insospechado de los intersticios pueden tener su origen. Fueron hombres los que hicieron lo indispensable en el momento que había que hacerlo para que lo necesario ocurra. No se trata de triunfos o derrotas, se debe ir más allá, ni siquiera hay que estar a la altura de los acontecimientos, sino por encima de ellos, ser capaces de torcerle el brazo al destino. Para ello, el principio esencial es, y de una vez por todas, sincerarnos primero con nosotros mismos. Ha de ser ésta una de las mayores virtudes que deberá poseer el hombre si intenta proyectarse con claridad. Saber arrebatar de sus entrañas cualquier hipocresía o interés que su condición personal le indique, desensillar de su propia miseria ante los compromisos que adquiera, reflexionar y desvendarse los ojos para aceptar que si las cosas no se encausan, es porque no se debe estar haciendo. Esto último, dicho desde lo que en extremo ese verbo en lo funcional significa, desde un hacer que vomite un huracán de realidades por más dolorosas que resulten. De muy jóvenes nos enseñan a tener fe; yo particularmente, en lo que a estos casos refiere, prefiero un hacedor y no sentarme a la cómoda espera de un milagro. Cada uno sabrá masticar el producto de estas líneas... el contenido, mal o bien que perturbe, nos “engloba” a todos.


Audio: Norberto "Ruso" Verea - Texto e imagen: Libro El eterno grito de la existencia - Sentencias Viscerales II - Sergio Abaldi

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